Una delicada boda muy manchega en el Parador de Albacete

Bodas reales | 14/01/2015

Elegancia y personalización en las claves de este precioso enlace

Cada año se celebran en España más de 150.000 bodas y sólo hay una cosa que marque la diferencia entre ellas: la personalización. Gonzalo y Ana quisieron que su día fuese un fiel reflejo de su personalidad. Por eso cuidaron y meditaron cada detalle, cada canción... y cada proveedor o servicio contratado, como el Parador de Albacete o la fotografía de VisualProFoto.

Incluido los looks de los novios fueron especiales. Ana quiso ser una novia diferente y elegió un vestido del diseñador libanés Tony Ward, con unos zapatos en color rosa palo hechos a medida y un tocado en flores de cerámica y oro ecológico también hecho a mano por Lía Terni. El complemento perfecto a este delicado look lo puso un bouquet compuesto por rosas inglesas blancas, rosas de pitiminí en rosa claro, fresias y lisiantus. Y el valor emotivo vino cargado por las joyas y tres generaciones, ya que los pendientes y pulsera fueron el regalo de pedida de la abuela de Ana, con las que se casó ella y posteriormente la madre de la novia.

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Y para una delicada y elegante novia, nada mejor que un novio clásico con traje en color azul noche con chaleco a juego hecho a medida, corbata de seda de Ralph Lauren en color rojo y lunares pequeños blancos y gemelos con las iniciales de la novia: A.

Ana y Gonzalo deseaban un ambiente rústico para su boda, que se desarrollara por completo al aire libre, en un entorno muy manchego, con una cuidada gastronomía, donde su gente pudiera alojarse y todo se celebrase en un mismo lugar, sin necesidad de desplazamientos. Por eso no dudaron en apostar por el Parador de Albacete para su ceremonia, banquete, fiesta y alojamiento.

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Unos 160 invitados se emocionaron con una ceremonia civil al gusto y estilo de los novios, donde un terceto de piano y cuerda consiguió el sonido perfecto y aunó el "sí, quiero" con el cóctel, con un repertorio elegido por Ana y Gonzalo. Igual que la decoración. Pétalos de rosa cubrían la alfombra y esparraguera y paniculata decoraron la ceremonia, las mismas flores que adornaron los centros de mesa y la fuente del centro junto con velas.

Con la ayuda de la familia, los novios se involucraron en muchos otros aspectos de la boda. Hicieron unas flechas pintadas a mano de madera, donde se indicaban los distintos espacios de la celebración, fabricaron un tablón para el seating plan y personalizaron los meseros con el nombre de lugares más representativos de Italia en su historia de amor, ya que ambos vivieron allí durante unos años.

Todos los invitados tuvieron un detalle y en cada uno de ellos estaban reflejados los novios. Y tras la cena y el baile nupcial, el photocall con atrezzo sorpresa realizado por las amigas de la novia puso la guinda final a una boda en la que todos disfrutaron y en la que reinó el amor.